A finales del siglo XIX, comenzó en toda Europa una corriente renovadora respecto a la educación infantil que incorporaba la formación al aire libre mediante las denominadas colonias escolares, realizadas especialmente en verano y en espacios de mar o montaña convenientemente adecuados para tal propósito.

Para numerosos niños y niñas representaba además la posibilidad de mantenerse aseados y bien alimentados mientras duraban, alejados de la lamentable situación sanitaria y alimenticia que muchos de ellos soportaban.

En 1906, el Ajuntament de Barcelona se sumó, con gran éxito, a la organización de colonias escolares de verano, que incluían los populares baños de mar, ejercicios gimnásticos y salidas y estancias fuera de la urbe.

Cada convocatoria de las colonias se convertía en una fiesta ciudadana en la que se organizaban celebraciones de bienvenida y despedida en puntos importantes de Barcelona, como por ejemplo la plaça de Catalunya o el parc de la Ciutadella.



La fiesta de clausura de las colonias municipales del verano de 1924 tuvo lugar en Montjuïc, al pie de las cuatro columnas de Puig i Cadafalch y contó con la presencia de los elefantes del internacionalmente archifamoso Circo Hagenbeck, que en esos momentos se encontraba en Barcelona.

El Hagenbeck se había instalado desde el 9 de septiembre de ese año en plaça Espanya, “en terrenos de la exposición universal”, y ofrecía tres horas de espectáculo continuo con orquesta, caballos, malabaristas, monos, saltadores, leones, ciclistas sobre alambre, osos, payasos, tigres y elefantes gigantes de la India.

El 24 de septiembre se celebraba en Montjuïch este festival infantil, en honor de todos los escolares que habían participado en las colonias, incluyendo dos grupos madrileños.

Contó con la asistencia de numerosas autoridades y gran multitud de público reunido para disfrutar de los anunciados cohetes, globos, gigantes y cabezudos al son musical de dos importantes bandas de la ciudad.

A los escolares se les obsequió además con un álbum de fotografías panorámicas de Barcelona y en la segunda parte de la fiesta, antes de los cohetes y una merienda, pequeños y grandes recibían con sorpresa la aparición de los elefantes del circo Hagenbeck.


La imagen de los paquidermos y sus cuidadores junto a las columnas de Puig i Cadafalch nos llega gracias a una serie de fotos de Brangulí y ofrece una singular visión de aquella Barcelona propia de la ciudad de los prodigios de Mendoza.



Tristemente, uno de los cuidadores de elefantes fallecía en Figueres al cabo de poco más de un mes a consecuencia de la pisada mortal de uno de los animales que tanto impresionaran en ese festival de fin de colonias de 1924.
